Hay incoherencia en la lucha antidrogas y el poder de los narcos crece: Santos
Y extiende sus tentáculos a otros mercados negros, como el del oro o el de las armas.
El expresidente colombiano Juan Manuel Santos, premio Nobel de la Paz en 2016, advierte de que hay una incoherencia internacional en la lucha contra las drogas mientras que el poder de los narcotraficantes crece y extiende sus tentáculos a otros mercados negros, como el del oro o el de las armas.
Santos forma parte de la "Comisión Global sobre Política de Drogas", integrada por 26 personalidades, incluidos 14 exjefes de Estado o de Gobierno y premios Nobel, que presentó hoy su noveno informe en el que se recomienda dar un nuevo enfoque a esta lucha.
El exmandatario colombiano habló vía ZOOM con Efe en Bogotá, donde cumple la cuarentena nacional contra el coronavirus.
La propuesta de la Comisión Global, de combatir a los grandes grupos criminales, en parte se está haciendo ya, ¿qué hay de novedoso en el informe?
Sí, pero esto es un enfoque integral, es un enfoque que tiene que ver con cambios en la legislación internacional, cambios en el enfoque en la lucha contra las drogas y la concentración en los grupos criminales, en el crimen organizado pero teniendo en cuenta otras cosas diferentes.
El crimen organizado ha venido evolucionando, tiene un carácter trasnacional y transectorial; el crimen organizado hoy maneja no solamente el tráfico de drogas sino también el tráfico de armas, el tráfico de personas, maneja el lavado de activos, está muy metido en la venta de oro y no ha habido la suficiente cooperación entre los países para entender este fenómeno y para cooperar para ser más efectivos contra el crimen organizado.
Y el segundo punto muy importante es que mucha gente que está siendo capturada, juzgada y condenada son mandos medios o gente de la base de la pirámide, pero muy pocas veces se está persiguiendo a los verdaderos capos, a los que realmente controlan el negocio que generalmente están protegidos por la corrupción, protegidos por influencias políticas.
Pero simultáneamente lo que la Comisión también está planteando desde hace ya mucho tiempo es que hay que quitarle el control del negocio del tráfico de drogas al crimen organizado y que lo asuman los gobiernos, por eso una bandera muy importante de la Comisión es la de regular el mercado para poder controlarlo en lugar de continuar con esta política totalmente represiva que ha sido también totalmente inefectiva.
El documento habla de regulación, no de legalización de las drogas. ¿Cuál es la diferencia?.
Es una diferencia más sutil porque regular es en cierta forma quitarle el carácter criminal, por ejemplo al consumo, y eso en palabras más directas y castizas quiere decir legalizar.
Es una forma más sutil, más diplomática de decir: aquí hay que quitarle el elemento de la represión y de la prohibición y cuando un Gobierno entra a regular el mercado pues es una regulación legal.
El informe pone como ejemplo que la regulación del consumo de cannabis en algunos estados de Estados Unidos ha conllevado a una caída del negocio de los narcotraficantes mexicanos. ¿Podría pasar lo mismo con drogas más fuertes como la cocaína?
Yo pienso que sí. Pienso que si uno regula el mercado de la cocaína y de la heroína y le quita el negocio al crimen organizado la violencia va a disminuir en forma muy ostensible y todas las secuelas negativas de esta prohibición se van disminuyendo.
Hay ejemplos ya muy concretos, uno de ellos es el de Portugal, si usted analiza lo que ha pasado en Portugal, todos los indicadores de las secuelas negativas del tráfico de drogas han venido mejorando, o sea han venido disminuyendo por la actitud y el enfoque de regular en lugar de reprimir.
¿Qué tan viable desde el punto de vista político es hacer ese giro en la lucha antidrogas?
Es muy difícil porque mantener mano dura y mantener la represión es políticamente muy atractivo, eso ha sido así a través de la historia, me ha sucedido a mí. Cuando yo como presidente (2010-2018) comencé a hablar de este tema comenzaron a atacarme diciendo que yo quería envenenar a los niños, y es muy, muy fácil hacer demagogia y populismo con este tema sobre todo por los que son muy hábiles en utilizar estas herramientas para atacar con la consigna de la mano dura y la represión, pero hay que seguir insistiendo, haciendo pedagogía.
¿Es posible hacer cambios como el de la regulación sin el apoyo de Estados Unidos o de países como China o los árabes que tienen una política antidrogas más punitiva?
Pues sí, es muy difícil, y por eso en la Asamblea General Especial (de la ONU) que convocamos en el año 2016 nos encontramos precisamente con ese tipo de oposición de los países asiáticos, de los países árabes, (de) Rusia, pero hay que insistir en hacer pedagogía porque a la larga los hechos (...) nos están mostrando que una guerra que lleva 45 años, que no se ha ganado, es una guerra perdida.
Le voy a dar una cifra que es muy diciente: en el año 2006 el número de consumidores de drogas (en el mundo) era de más o menos 208 millones de personas, diez años más tarde, en 2016, subió a 275 millones y el valor del negocio, lo que movía el tráfico de drogas subió de 320 billones de dólares a 625 billones de dólares, esa es una prueba fehaciente de que esta guerra está fracasando.
Colombia, mi país, ha sido el que más sacrificios y más costos ha pagado en la lucha mundial contra las drogas (...) hemos hecho todo, hemos perseguido a los carteles, hemos desmantelado los carteles más poderosos, hemos fumigado (cultivos ilícitos), pero seguimos siendo el primer productor de cocaína a los mercados mundiales y la droga sigue siendo una fuente enorme de violencia en mi país.
El informe es crítico con la militarización de la lucha antidrogas, pero mientras se llega a ese punto hipotético de la regularización ¿se podría mantener esa guerra sin el componente militar?
Lo primero es convencer a los Estados de que sean conscientes del problema, que entiendan el problema e ir, como han venido haciendo muchos, moviéndose hacia un enfoque más de salud pública, un enfoque no punitivo sino de prevención y perseguir, y ese es el objetivo de este noveno informe especial de la Comisión Global, perseguir a los verdaderos responsables del crimen organizado con más efectividad.
No estamos para nada defendiendo el tráfico de drogas en el sentido de lo que está significando para el mundo, estamos abogando por un enfoque mucho más pragmático, un enfoque mucho más realista y que nos dé mejores resultados porque los que se han dado hasta ahora han sido muy negativos.
En ese enfoque pragmático del que usted habla ¿hay que reforzar la lucha desde otro punto de vista, por ejemplo el financiero?
Por ejemplo. El lavado de activos yo lo viví como ministro de Defensa en Colombia y como presidente.
Uno se encuentra con unas murallas en materia de perseguir la plata de esos grandes capos porque al sistema financiero y a muchos países simple y llanamente no les interesa que eso prospere, pero hay que seguir insistiendo. Hemos avanzado bastante pero nos falta mucho camino por recorrer.
La inteligencia es fundamental para desmantelar los grandes carteles. Lo hicimos en Colombia (...) pero apenas descabeza uno un cartel o una organización mafiosa inmediatamente se reemplaza porque el negocio continúa.
¿A qué países no les interesa que esta guerra sea efectiva?
Pues mire, si usted hace un barrido de los países que todavía no participan en la cooperación internacional de información sobre lavado de activos, sobre grandes depósitos, va descubriendo qué países y qué bancos y qué sistemas financieros están interesados en que eso no progrese.
Le voy a dar un ejemplo: el tráfico de oro que hoy en día viene de América Latina. Las exportaciones de oro han sido utilizadas por estas organizaciones para lavar su plata, ese oro durante mucho tiempo y en muchas ocasiones nadie preguntaba de dónde venía, sabiendo que era oro ilegal y ese oro ilegal es lo que utilizan los grandes capos para lavar, es uno de los sistemas para lavar su plata.
¿A la banca internacional y a los mercados también les falta transparencia?
Sin duda alguna, (es) lo que utilizan para lavar el dinero, el mercado del oro, el mercado de la madera que por ejemplo se exporta ilegalmente, que está deforestando la Amazonía; el mercado de las armas, usted coge la venta de armas y estas grandes organizaciones compran armas sin ningún problema, sin ningún obstáculo, se arman para poder reprimir a sus competidores o a sus enemigos, entonces hay unas contradicciones.
Uno de los mensajes más importantes de esta Comisión es que necesitamos un política internacional coherente. ¿Cómo se explica usted que Estados Unidos le exija a México o a Colombia que sea más efectivo en la lucha contra el narcotráfico, pero al mismo tiempo Estados Unidos se retira del tratado que regula y controla el mercado internacional de armas? Hay una total incoherencia y lo que estamos pidiendo es coherencia en la política de lucha contra las drogas.
La Comisión también plantea la despenalización del consumo de drogas. ¿Eso tendría algún impacto en el mercado como tal?
Creo que sí en la medida en que eso sea el paso para regular el mercado. Y mire lo que está pasando hoy con esta pandemia: ¿Cuáles son los sitios en todos los países con más problemas para controlar el contagio del coronavirus? Las cárceles, y más o menos entre el 20 y el 25 % de los presos en el mundo están detenidos por delitos que tienen que ver con el narcotráfico y la inmensa mayoría son personas que no han cometido delitos violentos pero están en las cárceles.
Con esta pandemia se habla de que el mundo no volverá a ser igual, que va a cambiar. ¿Esta situación puede tener algún impacto en el mercado o en lucha contra las drogas o no tiene nada que ver una cosa con la otra?
Hay dos factores que creo que son importantes para tener en cuenta. El primero es que el crimen organizado con esta pandemia también se está reacomodando y está utilizando mucho más las redes sociales (...) Ahí hay una oportunidad muy grande para intervenir, para acumular y conseguir inteligencia pero también hay un gran peligro de que si no se hace nada los grandes jefes del crimen organizado van a ser más sofisticados y más poderosos.
Por otro lado creo y espero que esta pandemia nos enseñe que hay que pararle bolas (prestar atención) a la evidencia, a los científicos, a los expertos en lugar de tomar decisiones porque políticamente es atractivo, y eso puede tener efectos por ejemplo en el cambio climático.
Yo añoro que de esta pandemia salgamos con una conciencia mucho más fuerte sobre la necesidad de combatir el cambio climático, que esta pandemia es pálido reflejo de lo que le puede suceder a la humanidad si no combatimos el cambio climático. Y también si nos vamos a los hechos, a la evidencia, a lo que los expertos han demostrado, también podemos dar un salto muy importante en un enfoque mucho más efectivo y pragmático en la lucha contra las drogas.
Usted se refirió antes al alto costo para Colombia de la lucha contra las drogas y que ésta se ha perdido. ¿Hay algo de lo hecho por Colombia que pueda servir de ejemplo al resto del mundo?
Nosotros iniciamos una política gracias al proceso de paz, de (dar) un enfoque, en lugar de punitivo contra los campesinos que sembraban la coca, de darles una alternativa, ofrecerles que cambiaran de negocio y eso comenzó a tener un efecto muy positivo porque el gran problema de los cultivos en Colombia ha sido la resiembra.
Usted va y erradica (las plantas de coca sembradas) y esas familias, si no tenían una alternativa, no iban a dejar que sus hijos se murieran de hambre y volvían a sembrar y eso es lo que ha venido sucediendo durante 30 ó 40 años.
Eso, que infortunadamente no se ha continuado con la importancia y la fortaleza que debería porque es una solución estructural, es un buen ejemplo de cómo un cambio de enfoque puede traer muy buenos resultados.
¿No se ha continuado, dice usted, por cambio de visión en cuanto al proceso de paz?
Parte es cambio de visión porque eso venía como parte del acuerdo de paz e infortunadamente el Gobierno ha asumido una posición mucho más punitiva, de represión frente al tráfico de drogas. Estamos volviendo al pasado, inclusive están diciendo que debemos volver a fumigar (con glifosato) cosa que es un error porque la fumigación no funciona.
Yo, como ministro de Defensa fui responsable de fumigar el mayor número de hectáreas en la historia de Colombia, sin embargo la producción subió y eso lo que genera son más problemas.
De manera que creo que si continuamos (...) si le damos a los campesinos una verdadera alternativa, no solamente combatimos el tráfico de drogas en forma mucho más efectiva sino que vamos a poder tener un campo mucho más próspero y sin violencia.
El Gobierno insiste en la necesidad de volver a fumigar con glifosato por el aumento de las hectáreas dedicadas a los cultivos ilícitos. ¿Qué opina?
Sí ha habido un aumento en las hectáreas pero el Gobierno mismo ha dicho que en el año 2018 se erradicaron 80.000 hectáreas; en el año 2019, dice el Gobierno, se erradicaron 100.000. Teníamos 170.000 en el año 2018, por lo que han debido desaparecer los cultivos de coca y, sin embargo. hoy son iguales o mayores a los que teníamos hace uno o dos años.
Por eso le digo que un enfoque que no sea represivo sino un enfoque práctico de darles alternativas (a los campesinos) es lo único que nos va a poder solucionar el problema.
Entonces, ¿en Colombia se ha retrocedido en cuanto a política antidrogas?
Frente a lo que la Comisión Global recomienda, la respuesta es sí.
Si volviera atrás, ¿qué cambiaría de la política antidrogas de su Gobierno?
Yo he debido ser más insistente en un cambio de enfoque. Y creo que hubiéramos podido hacer más en la erradicación y la sustitución de cultivos ilícitos. Ahí esperamos a que terminara el proceso de paz, hubiéramos podido comenzar antes y hubiéramos podido avanzar más en eso.
Hay otra cosa: la extradición. Tal vez yo he sido la persona que más extradiciones de criminales ha firmado en la historia de Colombia y del mundo hacia Estados Unidos, la inmensa mayoría relacionados con el narcotráfico.
Pero esa extradición cuando uno va y la analiza, como lo dijo el exministro de Defensa Rafael Pardo en un reciente libro ("La guerra sin fin"), los que resultan extraditados no son los grandes jefes, son gente de nivel medio o nivel bajo, entonces eso es otra prueba de que estamos en una que yo llamo bicicleta estática: Colombia ha venido pedaleando, pedaleando, pedaleando, sudando con un costo inmenso pero estamos en la misma posición.
EFE